jueves, 5 de mayo de 2011

Neuschwanstein. El Castillo del Caballero del Cisne.

Neuschwanstein. Un castillo de cuento de hadas construido por un rey loco
El castillo de Neuschwanstein, o “Nuevo Cisne de Piedra” está encaramado sobre la garganta del río Pollat, en los Alpes Bávaros, con sus pináculos de marfil recortándose sobre un fondo de abetos verde oscuro, nieve o niebla, según la temporada del año, es una monada.
Su construcción se inició en 1869, por orden del romántico y excéntrico rey Luis II de Baviera (1845 – 1886), más conocido como el “rey loco” por su carácter un tanto peculiar. Luis II consideraba que todos sus palacios eran lugares sagrados, por lo que su deseo era que a su muerte, fueran destruidos para preservar su pureza.  Por suerte no le hicieron mucho caso, ni vivo, ni muerto, y su deseo no fue respetado.

El sueño comenzó durante la infancia de Luis, un niño especial que a los 6 años jugaba con ladrillos, con los que construía castillos, le gustaba disfrazarse y hacer teatro. Durante los meses de verano, la familia al completo se trasladaba al castillo de Hohenschwangau, en Füssen, o “Gran Condado del Cisne” . Su padre, el rey Maximiliano II, había comprado el castillo en 1833, ordenando su restauración con temas de antiguas leyendas medievales. Los muros estaban llenos de pinturas con cuentos de héroes medievales, en especial de Lohengrin, el Caballero del Cisne, que según la tradición había vivido en ese mismo castillo.
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                              Lohengrin se convirtió en una importante figura para la imaginación del pequeño luis. Por los murales supo su historia, el héroe, Caballero del Grial e hijo de Parsifal (Perceval), llegó a Amberes en un barco conducido por un cisne sobre el río Escalda, para luchar por la princesa de brabante, Elsa, acusada de brujería por la malvada hechicera Ortrud. Salvó a la princesa y con ella se casó con una condición, que jamás preguntara por su nombre o su linaje. La curiosidad femenina en los cuentos siempre gana, y la princesa rompió la promesa la noche de su boda, él contestó a la pregunta, pero desapareció montado en un cisne blanco tan misteriosamente cómo había llegado.
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El pequeño Luis escenificaba la historia de su héroe en palacio, dibujaba cisnes, su ave favorita, y rebautizó el palacio de verano como Schwanstein, “Cisne de Piedra”, a la espera de construirse el suyo propio (el “Nuevo”). con 18 años se convierte en rey, y el 5 de septiembre de 1869 se colocó la primera piedra de su Nuevo castillo del Cisne de Piedra, Neuschwanstein, en un peñón a kilómetro y medio de Hohenschwangau, en las ruinas de una antigua torre vigía. Contrató a un artista escénico de la corte, Chritian Jank, para que diseñara un castillo de cuento de hadas, inspirado, aunque no se parece mucho, en el castillo medieval de Wartburg, en Turingia.
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Así comenzó la construcción de un castillo de cinco pisos, de estilo románico ya que Luis II calculaba por aquella época la historia de Lohengrin, que ya era una parte de sí mismo (en su dormitorio se encontró un disfraz de este personaje entre los objetos personales del monarca a su muerte).
El palacio está lleno de curiosidades. Con 5 pisos, 360 habitaciones, de las cuales sólo 15 fueron acabadas, una moderna cocina con un sistema de calentamiento basado en estudios de Leonardo Da Vinci. La cocina y el comedor están unidos por un ascensor. El castillo tenía calefacción central (que en plenos Alpes se agradece) e incluso contaba con el primer teléfono móvil de la historia, con una cobertura de 6 metros y una completa red eléctrica.
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 La primera parte que se construyó fue el llamado palas, lo que permitió que el rey pudiera vivir allí durante las obras del resto del edificio. Catorce escultores tardaron cuatro años y medio en completar el dormitorio del rey. El patio principal se basa en el decorado del patio del castillo de Amberes del segundo acto de la ópera Lohengrin de Richard Wagner, el mejor amigo del rey. El Salón de los Cantores es una copia del salón de Wartburg, donde Wagner situó una escena de su ópera Tannhäusser. El Salón del Trono, con un suelo de mosaico de dos millones de piedrecitas y dos pisos de altura, estaría inspirado en la Sala del Grial de Parsifal, con lo que todo queda en familia, ya que Parsifal era el padre de Lohengrin, y el único Caballero de Tabla Redonda que logró encontrar el grial.

Otra curiosidad de este palacio es La Gruta de Venus, una gruta subterránea con un lago navegable, una cascada y una luna artificial, también inspirados en la obra Tannhäusser. El diseño original era demasiado grande para colocarlo es Neuschwanstein, por lo que en éste se colocó una réplica más pequeña. El original se construiría en el castillo de Luis en Linderhof. Tannhäuser fue un poeta alemán del siglo XIII, según la leyenda, encontró el camino hacia el mundo subterráneo del amor y las delicias, presidido por la diosa Venus en una montaña (que la leyenda indentifica como el monte Hörselberg, entre Eisenach y Gotha).
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El castillo del Cisne quedó inacabado, los ministros del rey urdieron un complot contra él para declararlo loco. Al vivir en su mundo de fantasía, el gobierno estaba desatendido y las arcas se iban vaciando con las construcciones maravillosas y las financiaciones de óperas. En 1886 lo sacaron de Neuschwanstein y lo encarcelaron en el pequeño castillo de Berg. Dos días más tarde, su cuerpo y el de su guardián, el doctor Gudden, flotaban sin vida en las aguas del lago Starnberg. Oficialmente fue un suicido, considerado el último acto de un hombre cuyo propósito en la vida había sido arrebatado, pero asunto no está muy claro.
Cuando su prima, y su mejor amiga ya que era la única que le entendía, la emperatriz Isabel de Austria (más conocida como Sissi) recibió la noticia de su muerte, dijo: “El rey no estaba loco; sólo era un excéntrico que vivía en un mundo de sueños”
Actualmente, que no hay tanta imaginación, en este castillo está inspirado (por no decir copiado) el castillo de la bella durmiente, de Disney, y el Castillo de Pandora de los caballeros del zodiaco. Luis se llevó con él su mundo de sueños.





miércoles, 4 de mayo de 2011

Screaming Tunnel, o el túnel de los gritos.

Cuando para sentir una presencia solo es necesario encender una cerilla.


Cerca de las célebres cataratas del Niágara, se encuentra un pequeño túnel al que la población local llama “screaming túnel”, o túnel de los gritos. ¿La razón?, si dentro del túnel encendemos una cerilla notaremos una presencia y escucharemos un grito desgarrador. Ánimo, sacad el fósforo.
Este peculiar lugar se encuentra en Warner Road, y es el paso peatonal bajo la línea de tren que enlaza Toronto y Nueva York muy cerca de las famosas cataratas del Niagara, y según la leyenda local,  si uno enciende una cerilla en medio del túnel, se escucha de pronto un grito aterrador y estridente y casi inmediatamente, de la nada, una brisa, como si alguien soplara para intentar apagar el fuego, aparece de repente.
El origen de tan peculiar leyenda afirmada por los nativos tiene su origen más de un siglo atrás, cuando una granja colindante al túnel se incendió, y una niña envuelta en llamas corrió tratando de apagar las llamas, pero cayó muerta justo en medio del túnel.
Esta es la leyenda original, pero existen dos variantes, la primera, que la niña fue quemada por su propio padre cuando se enteró que su mujer pretendía quitarle la custodia legal de esta. Y la segunda, es que esa niña fue violada en el interior del tunerl y luego quemaron su cuerpo para evitar dejar rastro.
Sea como fuere el origen de estas leyendas, el hecho es que con el paso de las generaciones se ha ido desvirtuando, aunque lo que parece cierto es que alguien murió quemado en el interior de tan tenebroso túnel.
El túnel en si es espeluznante, e incluso en un día claro y de buen tiempo, es frecuente encontrar niebla y frías corrientes de aire en su  oscuro interior.
La gente que entra, incluso la más escéptica en temas paranormales, afirma que en su interior hay algo negativo que puede sentirse, y eso junto con los casos de personas que dicen haber escuchado ese grito al hacer la prueba de encender un fósforo en su interior, hace que sea uno de los lugares más visitados aprovechando la visita a las cataratas.
El túnel se utilizó como escenario natural de la  la película de 1983, “La zona muerta”, basada en un relato de Stephen King, con Christopher Walken y sigue atrayendo a visitantes, muchos de ellos acaban dando testimonio de la veracidad de la leyenda.
¿Os atrevéis a encender una cerilla ?.

La cara de los muertos.

La muerte de la familia de Nicolás II
Con tanta serie de criminalistas ahora todo el mundo está familiarizado con las reconstrucciones de rostros humanos por medio de los cráneos de sus cadáveres. Existen varios tipos de técnicas, bidimensionales, tridimensionales en molde, gráficos 3D, hologramas…  Es muy divertido, como jugar con plastilina, pero hay una técnica especial que muy poca gente conoce, y ayudó a identificar a toda la familia del zar Nicolás II, él incluido. La deconstrucción facial. Es para la ciencia forense como la refutación científica de los filósofos de la ciencia. ¿Puedes probar que todos los cuervos son negros?, busca un cuervo blanco.
En una reconstrucción normal 2D (es más artesana y si se utiliza es por gusto personal), hay un cráneo y se quiere conseguir una imagen , lo más precisa posible, de su rostro. En este caso, tenemos la imagen del rostro, y tenemos que “quitarle capas”, como una cebolla, llevar un proceso inverso al normal, para conseguir una representación del cráneo. Esta técnica, denominada “degradación de la imagen del rostro” ideada por el doctor José Manuel Reverte Coma, consiste en lo siguiente: a partir de una fotografía, se van eliminando las partes blandas hasta averiguar los límites del hueso, su tamaño, su forma y su aspecto, partiendo de la premisa de que “no hay dos cráneos iguales” y su extensa experiencia trabajando con restos óseos.

Una característica de la familia imperial rusa, era su afición por las fotografías familiares. Tenemos tantas, que hay material de sobra. Se degrada la imagen y se compara con los restos óseos exhumados. El estudio de ADN ya los identificó, pero gracias a éste método podemos devolverles sus rostros y saber quién es quién. Para reconstruir la historia, no hay mejor testimonio que el diario escrito por el encargado de la ejecución.
La noche del 16 al 17 de julio de 1918, el zar Nicolás II y toda su familia, junto a tres miembros del servicio y el doctor personal, fueron ejecutados en un sótano de la casa Ipátiev, en Ekaterimburgo, en los Urales, a 1.450 km de Moscú. Eligieron el sótano por ser la única parte de la casa con paredes de yeso, para evitar el rebote de las balas. La ejecución debía ser rápida para no llamar la atención, por lo que cada soldado tenía a una víctima asignada. En el exterior de la casa Ipátiev, esperaban dos camiones para trasladar los cadáveres hasta la mina llamada de “los cuatro hermanos”, donde pensaban deshacerse de ellos. Los camiones tenían el motor en marcha para disimular el ruido de los disparos. Había prisa, el ejército partidario del zar, los llamados rusos blancos, se acercaba para liberarlo.
La casa Ipátiev, propiedad de un antiguo comerciante, pasó a llamarse por los captores de la familia imperial “la casa del propósito especial”, este propósito era, como cabe esperar, ejecutar a la familia. Yakov Yurovski estaba al mando, y conocemos lo que ocurrió aquella noche porque lo escribió todo, sin perder detalle. Sus cuadernos fueron de gran ayuda a la hora de reconstruir la escena del crimen e identificar a alguna de las víctimas.
También tenemos los planos de la casa, actualmente destruida, se sabe que la familia del zar ocupaba cuatro de las habitaciones superiores, siempre vigilados por soldados, y la casa protegida por dos frentes de ametralladoras. Durante la revolución bolchevique, el zar pidió asilo para él y su familia en Inglaterra, ya que era pariente del príncipe Jorge V, éste tuvo que negarse por encontrarse en guerra con Alemania y ser la zarina alemana, pero envió espías que trazaron unos planos preciso de la casa Ipátiev para intertar rescatarlos extraoficialmente. La conclusión fue que la casa era una verdadera fortaleza y la inviabilidad de un plan de rescate. La familia quedó a su suerte, que fue mala.
La noche del 16 la familia dormía, les despertaron y les dijeron que se vistieran y bajaran al sótano, mintieron diciendo que iban a trasladarles y antes querían hacer una foto de familia, como tantas que se habían hecho a lo largo de la vida. Se colocaron como para hacerse un retrato,entró Yurovski con 17 soldados y anunció que habían sido condenados a pena de muerte. No les dió tiempo a reaccionar, lo que en un principio iba a ser una ejecución organizada no lo fué, porque hubo soldados que se negaron a disparar sobre mujeres, alguno de los que disparaban estaban tan borrachos que no sabían donde apuntar, una ráfaga de disparos que llenó la habitación del humo de la pólvora y el yeso desprendido de las paredes, las mujeres gritaban y las balas rebotaban contra los cuerpos de tres de las grandes duquesas, como por arte de magia. Los soldados tuvieron que salir porque no veían nada. Esperaron unos momentos, en compañía del vodka, y volvieron a entrar a la habitación para rematar a los heridos.
El zar Nicolás cayó de un único disparo a quemarropa efectuado por Yurovski, la zarina Alexandra de un disparo en la boca. Una de las grandes Duquesas, María, murió al instante, al resto hubo que rematarlos con bayoneta y golpes de culata. El zarevich Alexei estaba aun con vida, Yurovski le remató de un disparo en la cabeza. Una criada, entre el humo y la pólvora intentó huir y fue rematada a golpes de bayoneta , incluso el perro de la familia murió de un disparo. Al mover el cuerpo agazapado de una de las duquesas, ésta abrazaba a un perrito. Al quitarles las ropas comprobaron por qué ninguna de las grandes duquesas había sufrido daños en los órganos vitales, llevaban una especie de chaleco antibalas, hechos con dos corsés cosidos entre ellos, y entre los dos, cuidadosamente cosidas todas sus joyas. De ahí que las balas rebotaran. En total se realizaron 103 disparos.
Cuando la familia real fue conducida a Ekaterimburgo, desde el palacio Alexandre, los primeros en llegar fueron la zarina, Alexei, que estaba enfermo de hemofilia como todos los descendientes de la reina Victoria de inglaterra (paradójicamente no viviría más de 10 años) y María, la tercera hija. Alexandra escribió una carta a sus otras tres hijas diciendo que no se olvidaran de traer medicinas, era la clave para coser las joyas imperiales en los corsés.
Envolvieron los cuerpos en sábanas, al ir a levantar el cuerpo de Anastasia, la más pequeña, ésta se incorporó chillando, por lo que le destrozaron la cara con la bayoneta y los subieron a los camiones. Después de una serie de averías, camiones atascados en el barro y otros problemas, llegaron a la mina de los Cuatro Hermanos. Allí arrojaron los cuerpos. Los guardias que habían ayudado fueron despedidos, y nada más llegar al pueblo, entre vodkas, contaron toda la historia. Yurovski no quería que el éjercito afín al zar recuperara los cuerpos. Tuvieron que volver a la mina, estaba inundada, atándolos con cuerdas sacaron uno a uno los cadáveres. El segundo camión se había estropeado definitivamente, por lo que tuvieron que transportarlos todos en uno, no llegaron muy lejos. En lugar de tirarlos en la siguiente mina, tuvieron que cavar una fosa, por las prisas poco profunda. Pensaban quemar los cuerpos y encendieron una hoguera después de rociarlos con queroseno, pero hacen falta más de 10 horas para que un cuerpo se consuma en una hoguera improvisada, por lo que fueron a parar a la fosa, arrojaron ácido sulfúrico sobre los cuerpos para que no pudieran ser reconocidos y los enterraron, ya amanecía cuando acabaron.
Al poco tiempo, un campesino dió con la tumba, pero no se obtuvo permiso para la exhumación hasta 1991. Aparecieron los restos de 9 cuerpos. Y aquí empieza la tarea forense, combinada entre Austria, Rusia y Norteamérica. Las identificaciones forenses se hicieron por medio del análisis del ADN, y el estudio del los restos óseos.
Para el estudio del ADN se utilizaron muestras de ADN mitocondrial (se transmite de madres a hijos, ya que las mitocondrias del óvulo tienen su propio ADN distinto del nuclear, son como bacterias abducidas por la célula, sólo se modifica por mutación cada 7.000 años, aproximadamente), el ADN autosómico (la parte de los cromosomas que transmiten la herencia de padres a hijos) y el estudio del cromosoma Y (que se transmite inalterado de padre a hijo) Con el estudio del ADN se comprobó que tres de los restos más jóvenes , tres mujeres, eran hermanas entre sí y se relacionaban con dos adultos, sus posibles padres. Los cuatro cadáveres restantes no guardaban ninguna afinidad ni entre ellos ni con la familia. Eran los cadáveres del doctor y los tres criados. Faltaban dos cadáveres, el del zarevich Alexei y el de una de las hijas pequeñas, o Anastasia o María.  A unos 70 metros de la primera fosa, en 2007 se localizó una segunda, con los restos fragmentados de dos niños, balas de distinto calibre y los cántaros usados para transportar el ácido sulfúrico. Eran Alexei y su hermana, su ADN mitocondrial coincidía con su madre y hermanas, y el cromosoma Y con el del hombre emparentado con ellos encontrado en la fosa.
Ahora había que determinar si el cráneo del padre de la familia desenterrada era el del zar Nicolás II. Había que buscar parientes vivos para comprobar las muestras de ADN autosomal. Se eligió al príncipe Felipe de Edimburgo, su pariente más cercano y los restos de sangre de una camisa que se guardaba en el museo de una herida que recibió durante la guerra chino-japonesa. Hubo que analizar el ADN del hermano fallecido del zar por un cromosoma mutado que también tenía.
En la segunda fosa, el ADN mitocondrial mostraba que los dos niños eran hermanos e hijos de la mujer de la primera fosa, el cromosoma Y demostraba que el niño era hijo del hombre identificado como el zar. Toda la familia imperial había sido identificada, solo faltaba saber entre las dos pequeñas, quién era María y quién Anastasia.
El análisis forense de los restos óseos se llevó a cabo de la siguiente manera:
Cuerpo 1. Anna Demidova, asistenta de la zarina. Su pelvis era de una mujer adulta y sus huesos estaban muy dañados por exceso de trabajo.
Cuerpo 2. Doctor Botkin, médico de la familia imperial. El esqueleto era de un hombre maduro con varias heridas de bala.
Cuerpo 3. Gran duquesa Olga. Era la mayor de las hermanas, tenía 20 años de manera que su cuerpo estaba completamente formado, frente prominente y cuencas de los ojos separadas, herencia materna.
Cuerpo 4. El zar Nicolás, por su altura y edad, acababa de cumplir 50 años. Tenía los huesos de las caderas desgastados de montar a caballo.
Cuerpo 5. Se supone que es el de la gran duquesa Anastasia. Pertenece a una mujer de 18 años.
Cuerpo 6. Identificado como la gran duquesa Tatiana
Cuerpo 7. La zarina Alexandra. Esqueleto de una mujer madura con un elaborado trabajo dental, que incluía porcelana y platino. El cráneo muestra hipertelerismo, un rasgo genético heredado por vía materna que produce un efecto de separación en las cuencas oculares, los compartía con varias de sus hijas.
Cuerpo 8. El cocinero imperial Kharitonov. Sus restos eran los más fragmentados por ser el primero que arrojaron a la mina.
Cuerpo 9. El asistente del zar, Trupp. Estaba debajo del cadáver del zar y sus huesos se habían mezclado.
El cuerpo de María, que murió inmediatamente, sería el desaparecido y encontrado junto al de Alexei.

                                                  El trabajo del doctor Reverte consistió en la deconstrucción de los cráneos a partir de fotografías. Jugaba con la ventaja de que tanto las cuatro grandes duquesas como el zarevich habían tenido parotiditis, paperas, un año antes de la ejecución, y era costumbre de la época rapar al cero las cabezas. Siguiendo una broma, los cinco se habían fotografiado tanto de frente como de perfil, por lo que la forma de los cráneos era muy patente. Por medio de un programa informático que invierte las tablas de reconstrucción de espesores, consiguió una identificación de cada uno de los cuerpos. Con la zarina fue más difícil por la cantidad de pelo que mostraba, y el zar, con sus bigotes característicos, no dejaba apreciar bien los rasgos de la cara, por lo que tuvo que hacer dos modelos, con y sin aleta goníaca (el bueno resultó ser el que sí la tenía). Al cotejar los dibujos con los cráneos, coincidían. Aunque había dudas sobre los restos de las cuatro hijas del zar, el estudio de sus cráneos resultó relevante.
Ahora la familia imperial al completo se encuentra enterrada en la cripta imperial del la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.
Un hecho curioso es que el monje Rasputín, al que tanta devoción tenía la zarina Alexandra (y sus hijas, pues todos los cadáveres llevaban un medallón con su imagen) por ser la única esperanza de curación del zarevich, aunque su hemofilia no tuviera cura, profetizó que si alguien de la familia imperial le asesinaba (no se sentía muy querido), todos morirían en menos de dos años.