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Se afirma de ella que pertenecía a la nobleza húngara, pero esto, en una época en donde los nacionalismos estaban harto mal definidos, es inexacto. Nació y vivió en Hungría, pero a su vez estaba emparentada con Esteban Báthory, nada menos que rey de Polonia, al tiempo que formaba parte de esa nebulosa entidad política que era el Imperio Habsburgo. Desde pequeña mostró una cierta tendencia a ser taciturna, lo que se agravó con algunas malas influencias familiares. Un matrimonio no particularmente desgraciado, pero sí algo conflictivo (en particular por los recelos del marido ante las peregrinas alteraciones psicóticas de la mujer), sumada a la tiranía de una suegra hábil en el arte de amargarse la vída a sí misma y a los demás, ayudaron a terminar de agrabar su estado psicologico.
Erszébet, mujer culta e instruida en una sociedad en donde sus congéneres femeninas apenas sabían leer y escribir, se aburría ante una suegra que le impedía toda diversión. Descubrió entonces que tomar doncellas, forzarlas a tener relaciones lésbicas, y clavarles alfileres para hacerlas retorcerse de dolor, era una efectiva manera de descargar tensiones. Este deporte se fue agravando con el paso del tiempo, pero en su condición de mujer noble, pudo reunir una pequeña corte o camarilla que se encargó de buscar víctimas ente las chicas pobres de los alrededores. Mientras duró el brutal régimen de terror de la condesa Báthory, los alrededores de su castillo en muchos kilómetros a la redonda llegarían prácticamente a despoblarse de mujeres.
Lo peor vino cuando, a consecuencias de un infausto accidente, Erszébet “descubrió” que la sangre de las doncellas jóvenes la hacía verse más joven. Montó entonces una verdadera industria de faenamiento de doncellas, desangrándolas y bañándose en su sangre.
A pesar de sus esfuerzos por disimular la larga serie de perversiones sexuales, torturas y asesinatos de doncellas, los rumores corrieron. Aunque intentó mover influencias entre sus parientes, todo fue en vano. Su camarilla fue limpiamente capturada y condenada a la hoguera, en tanto que ella fue recluida de por vida en una habitación tapiada, con sólo una tronera para la ventilación, y una rendija para pasarle la comida. Murió tres años después, el 21 de agosto de 1614, algo superada la cincuentena. Durante los cerca de treinta años que duró su macabro imperio de terror, llevó un diario de vida en donde anotó minuciosamente los vejámenes y torturas que llevó a cabo; gracias a ello conocemos el número total de sus víctimas: 616 mujeres.
Criminales de la Historia: Elizabeth Bathory
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Aportación al blog hecha por Fco.José Rubio
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